El duodécimo martes: Hablamos del perdón.


Antes de morir perdónate a ti mismo. A continuación, perdona a los demás.


Mitch tenía un pequeño bote de pomada, tomó un poco en las manos y se puso a aplicarle un masaje en los tobillos al viejo profesor.

El viejo profesor le confesó a Mitch que si pudiera haber tenido otro hijo, le hubiera gustado que fuese él.

El viejo profesor quería que le enterrasen en una colina, bajo un árbol, con vistas a un estanque, muy apacible, un buen lugar para pensar y le dijo a Mitch que fuera los martes a visitarle como de costumbre.

Este capítulo me ha dado una gran lección de vida, que es, perdonar a las personas con las que nos enfadamos, antes de que sea demasiado tarde.




 



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