El decimotercero martes: Hablamos del día perfecto.

 

El viejo profesor había decidido que lo mejor era que lo incineraran y para quitar un poco de hierro al asunto dice: "Procurad no tostarme demasiado", porque veía a su cuerpo como una simple cáscara, como un recipiente del alma. En todo caso se iba consumiendo hasta quedarse en piel y huesos inútiles, por lo que le resultaba más fácil dejarlo y es que ya tosía constantemente, por lo que pasaba unas malas noches últimamente, noches temibles, sólo podía dormir unas pocas horas de un tirón, hasta que lo despertaba una violenta tos de horas y tenían que entrar en el dormitorio a darle golpes en la espalda para intentar sacarle el veneno, pero estaba dispuesto a pasar a lo que viniera a continuación... Cuando se le ponía la voz ronca lo que solía significar que tenía que dejar de hablar un rato.


El viejo profesor dice que si estuviera sano hoy las cuestiones que le importarían serían las relacionadas con el amor, la responsabilidad, la espiritualidad y la conciencia, pero llevaba dieciséis años sin poder ponerse de pie.

Si el viejo profesor tuviera un día de salud perfecta se levantaría por la mañana, haría sus ejercicios, se tomaría un desayuno riquísimo con bollos y té, iría a nadar, después haría ir a sus amigos para tomar con ellos un buen almuerzo. Luego le gustaría ir a dar un paseo, en un jardín con árboles, contemplar sus colores, los pájaros, absorber la naturaleza que no había visto desde hacía tanto tiempo. Por la tarde irían todos juntos a un restaurante a comer una buena pasta, quizás algo de pato, porque le encanta el pato, y después pasearían el resto de la noche bailando. Él bailaría con todas las parejas maravillosas que hubiera allí, hasta quedar agotado y por último volvería a casa y se echaría un sueño profundo y maravilloso.

Mi día perfecto sería despertarme sobre las 10 de la mañana porque el día es muy largo y no hace falta tener que madrugar, pero eso sí, despertarme sin alarmas porque eso me quitan las ganas de levantarme.
Para desayunar me tomaría unas tortitas de arroz integral con atún y queso fresco y otras de aguacate, para beber un zumo de piña natural sin azúcares añadidos o un batido de chocolate de soja, según como me lo pidiera el cuerpo. Sé que parece todo muy sano pero espérate a la comida...
Para almorzar me tomaría unas uvas o unas cerezas, otra vez, según me lo pidiera el cuerpo, y un puñado de frutos secos, mientras no sean anacardos que no me gustan nada.
Para comer coincido con el viejo profesor en comer pasta y para cumplirlo me iría al Muerde la pasta y llenarme hasta reventar que para algo se paga.
Entonces para bajar toda la pasta que me hubiera metido al cuerpo me iría a la playa, lo siento viejo profesor, también me gusta la naturaleza, pero es que la playa me puede.
Para merendar ya que ya hubiera rebajado un poco la comida, me compraría un helado y me lo tomaría apreciando el atardecer de la playa.
La cena ya me la comería en mi casa y me encantaría un pescado, cualquiera menos el salmón y las sardinas que no puedo con ellos, porque soy amante de los pescados, eso sí, si son sin espinas y sin piel mucho mejor, porque si no, hay que estar mucho rato apartándolos.
Y ahora sí que sí, el único plan que se me ocurre que me gustaría mucho hacer por la noche, es poder irme de fiesta con mis amigos, porque de verdad que eso lo echo mucho de menos ahora mismo, pero para eso, tocará esperar. 
Así que nada, me iría a dormir a las siete y pico de la mañana porque si se va de fiesta, ¡es para chapar la discoteca, que ya te la clavan con el precio de la entrada, hay que aprovecharlo al máximo!












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