El undécimo martes: Hablamos de nuestra cultura.


La fisioterapeuta estaba enseñando a Mitch a aflojar a golpes el veneno que tenía en los pulmones, cosa que por entonces había que hacer regularmente, para impedir que se endureciera, para que siguiera respirando. Aunque lo suavizaban diciéndole el viejo profesor que siempre había querido pegarle y nunca lo había admitido, entonces le dice Mitch: ¡Ésta, por el notable que me pusiste en tercer curso! Pero realmente era la gimnasia final antes de la muerte, porque su enfermedad ya estaba peligrosamente próxima a su punto de rendición, morirse ahogado, no hay manera más terrible de morirse que esa...

Las hojas secas estaban recogidas en montones en los prados de West Newton.

El viejo profesor estaba tan consumido que parecía que tenía cuerpo de niño más que de hombre. Mitch veía la palidez de su piel, las pocas canas sueltas, el modo en el que le colgaban los brazos, sueltos e impotentes. Nos dedicamos mucho tiempo a intentar dar forma a nuestros cuerpos, levantando pesas, haciendo flexiones y al final la naturaleza nos lo quita todo en cualquier caso. A Mitch antes le habría dado asco el olor de la habitación después de que el viejo profesor utilizara el inodoro, porque ya no se podía permitir el lujo de moverse de un lugar a otro, de cerrar la puerta del baño al entrar y de pulverizar con ambientador al salir.

No hay que pasar por alto todas las reglas de tu comunidad, puedes obedecer las reglas pequeñas, pero las cosas grandes, cómo pensamos, lo que valoramos, ésas hay que elegirlas tú mismo, no puedes dejar que nadie, ni que ninguna sociedad, las determine por ti. El mayor defecto que tenemos los seres humanos es que somos cortos de vista, no vemos lo que podríamos ser, deberíamos estar viendo nuestras posibilidades, dando de nosotros mismos el máximo hasta llegar a ser todo lo que nos propongamos. Hay que invertir en la familia humana: invierte en las personas, construye una pequeña comunidad con los que amas y con los que te aman. Al principio de la vida, cuando somos niños recién nacidos, necesitamos de los demás para sobrevivir y al final de la vida necesitas de los demás para sobrevivir, pero entre las dos cosas, también necesitamos de los demás. Y saber que no tiene nada de malo ser los número dos.

EL AUDIOVISUAL: TERCERA PARTE.
El viejo profesor no quería vivir como Stephen Hawking, porque para él vivir significa poder responder ante la otra persona, poder manifestar mis emociones y mis sentimientos, hablar con el otro, sentir con él... Cuando faltara eso, faltaría el viejo profesor. No hay que abandonar demasiado pronto, pero tampoco hay que aferrarse demasiado tiempo.




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